

Realizada en madera de haya la escultura representa una cicatriz abierta, una fractura que no se esconde, sino que se abraza con el metal como símbolo de unión y reparación. Es un recordatorio de que sanar no es borrar, sino dialogar con las marcas del pasado, encontrar equilibrio entre la fragilidad y la fortaleza. Una pieza que habla de reconciliación, de la necesidad de restaurar a través del encuentro y la palabra.