

Reutilizar materiales no es solo una elección estética, sino una decisión ética: una forma de honrar la vida que ya estuvo, de reducir el impacto sobre el entorno y de asumir, desde el arte, un compromiso consciente con el planeta. La transformación de lo descartado en forma escultórica es, para mí, una declaración de respeto hacia los ciclos naturales y hacia todo aquello que la sociedad considera inservible.